viernes, 7 de octubre de 2011

Si no te hace sonreir, deshazte de él

Con los años se van acumulando objetos a nuestro alrededor que van llenando nuestras casas.

Por supuesto que existen muchas personas con el suficiente sentido común y falta de apego que van manteniendo saneado su entorno.

Esto no es así en todos los casos. Frecuentemente llegan a nosotros objetos que ni siquiera cuando entran en casa nos acaban de satisfacer pero enseguida les envolvemos con el halo del recuerdo o sencillamente, por pereza, quedan en el mismo sitio en el que los pusiste cuando entraron.

Aquella entrada de un concierto que ni siquiera te gustó quedó enganchada en tu corcho y 10 años más tarde, si lo piensas friamente, el único valor que tiene para tí es que lleva 10 años en tu corcho.

Hay una regla fácil para decidir si esa entrada al concierto debe acompañarte 10 años más y es:
 Si no te hace sonreír, deshazte de ella.

Aquel florero que encajaba en la casa anterior y ya no te hace feliz en la nueva. Regálalo, véndelo o tíralo. No dejes que los objetos te invadan.

Esto es muuuucho más fácil de decir que de hacer, pero cuando uno tiene el día "expeditivo" y quiere pasar a la acción, un criterio de decisión a considerar es: ¿Me hace sonreir ver este objeto a mi alrededor?


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