viernes, 29 de abril de 2011

¡Esto no es una empresa! ¡Es una familia!

Interior en Bélgica


Cuando uno intenta realizar cambios en la rutina doméstica, puede topar con ciertas reticencias por parte del resto de los habitantes de la casa. Y es posible que alguien exclame la frase del título.
Mi primera reacción al escuchar esta exclamación fue:” ¡Claro que no es una empresa, por supuesto que no!” Pero luego pensé que mi respuesta podía haber sido también: “¿Y qué tendría eso de malo?”
Al fin y al cabo la mayoría de los profesionales se siente más realizados en el trabajo que realizando según qué tareas domésticas.

Foto doméstica años 60


Nuestro hogar nos da dos grupos de tareas, aquellas que sirven para mantener la higiene y salud de la casa y sus habitantes y otras tareas que son motivadoras.

No es lo mismo ir al mercado para hacer la compra de la semana que organizar una comida especial y empezar por ir a tu mercado favorito para elegir con cariño y esmero los ingredientes del plato que vas a cocinar.

¿Qué problema hay en aplicar técnicas de “lean manufacturing” a aquellas tareas que son “higiénicas”?  Las técnicas del “lean manufacturing” intentan evitar el despilfarro en dinero y recursos suprimiendo, en la medida de lo posible, aquellas operaciones que no aportan valor al cliente y optimizando aquellas que sí aportan valor. 

En casa, el cliente somos nosotros.

Es decir que es interesante analizar qué tareas/resultados nos aportan valor (bienestar, alegría, buen humor, etc.) a nosotros y cuáles hacemos por costumbre, inercia y porque aprendimos que se tenían que hacer.

Suprimir u optimizar tiempo y esfuerzo en las tareas domésticas es interesante, pero también es posible aprovechar el tiempo que dedicamos a ellas en nuestro beneficio.

Sugerencia:
Durante la próxima semana analiza y cuestiona las tareas domésticas que realizas e identifica las que te gusta hacer y porqué. De las que no te gustan, pregúntate si te hace especialmente feliz el resultado o si podrías suprimirla y prescindir del resultado.

En los siguientes posts ampliaré esta idea.

2 comentarios:

María dijo...

¡Enhorabuena por el blog! Permíteme aportar otro punto de vista a tu post.

La gestión en la administración pública es justamente lo contrario. Si no hubiera plazos obligados a cumplir, pocas veces se llegaría a terminar un trámite o un proyecto. El mercado está cautivo, el "cliente" pasa por las normas que la propia administración define. Esto supone ineficiencia y costes. Pero la crisis puede ser una gran oportunidad para comenzar al menos por analizar las necesidades reales de los ciudadanos, las competencias de las administraciones y la forma de gestionar. Bss. María

Silvia González dijo...

Esto se va un poco del contenido del blog, que es más doméstico, pero me ha gustado el concepto de cliente cautivo y encuentro el tema tremendamente fascninante así que entro al trapo :-)

Estoy de acuerdo contigo y ojalá la crisis sirva para desperezarnos un poco todos. No sólo para indignarnos y manifestarnos sino también para que nos pongamos manos a la obra y construir algo que nos guste más, aunque sea con menos.

Tal vez la administración puede empezar por plantearse quién es su cliente: ¿El ciudadano que se acerca a hacer un trámite o la sociedad que quiere estar segura de que la iniciativa de ese ciudadano no va a perjudicar al resto?
Las normas que tienen cautivo al individuo, teóricamente están hechas para mediar entre los intereses comunes y los individuales pero ¿lo hacen satisfactoriamente? ¿Se ha tomado la administración demasiado a pecho el rol de defender a la globalidad y lo ha empezado a hacer de espaldas a ella? De ser así, como empresa estaría abocada al fracaso a largo plazo. De hecho, tal vez estemos viendo ya la decadencia del modelo de Estado.
Cuando viajo por la Europa "civilizada" alucino con el estado de algunos locales de acceso público: techos bajos, escaleras imposibles, etc.. En España estarían totalmente prohibidos. Sorprende que se pueda organizar una Bienal de arte en Berlin en unos lugares que da miedo pisar y aquí para abrir cualquier negocio tienes que usar el diccionario para saber qué te están pidiendo.

María, o quien sea ¿crees que la administración está por la labor de preguntarse quién es el cliente y cuestionarse si cada una de las operaciones y demandas que hace siguen defendiendo adecuadamente los intereses de la sociedad frente al individuo? ¿Estamos viviendo una suerte de despotismo ilustrado en el que la administración sabe mejor que nosotros lo que es bueno para nosotros y/o nos están tratando como bobos que no somos capaces de agachar la cabeza si el techo es bajo o poner atención en no caernos por una escalera fuera de norma?