viernes, 29 de julio de 2011

La caja fuerte

Una conocida, a la que llamaré Constanza, es la única heredera de la familia de su fallecido marido.

Su suegra vivía de manera extremadamente desahogada y se dedicaba intensamente a la pasión de comprar.

Aparentemente, Constanza estuvo muchos años "procesando" aquello que su suegra había ido acumulando. A lo largo del tiempo había llenando pisos, casas y almacenes con todo tipo de cosas.

Llegó el momento de desmantelar una casa en la costa y el momento de tener que abrir la caja fuerte. Constanza no conocía la combinación así que tuvo que ponerse en contacto con la casa que fabricaba la caja para saber de qué manera poder abrirla. La cosa no fue fácil y ella lo explica con mucho sentido del humor. El caso es que lo logran y cual es su sorpresa al ver el contenido.

¿Qué había en la caja? ¿Qué podía ser tan valioso como para guardarlo en una caja fuerte?

Había un atillo de documentos que tenían una nota.

"Tirar sin leer"

Los documentos, el único contenido de la caja, eran cartas de amor que se habían intercambiado la suegra con su marido, el suegro de Constanza, cuando eran novios.

Aunque Constanza me contó esta historia entre risas, la historia me conmovió profundamente.

Pareja en Berlín
Una señora, que, en cosas materiales, podía tener todo lo que quisiera, decide meter en una caja fuerte unas cartas de amor. Podría haberlas puesto en su mesilla de noche o en algún compartimento de su escritorio pero ella decide meterlas en una caja fuerte. Además, no las guarda junto a otras cosas "de más valor". Las cartas son lo único que deja en la caja fuerte.

Más allá de las motivaciones reales de esta mujer, la simbología es hermosa:
Teniéndolo TODO, al final, unas cartas de amor entre ella y su novio resultan ser su posesión más valiosa.

Felices vacaciones a aquellos que las empecéis hoy.

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